Desde el inicio de este nuevo año, las sanciones por infracciones de tránsito en la ciudad han sufrido un aumento significativo, incrementándose en un 82,5%. Este ajuste obedece a la actualización de la Unidad Fija (UF), que establece las multas y cuyo valor no había sido revisado en casi dos años. La unidad pasó de $21,40 a $39,05, lo que eleva la pena por mal estacionamiento, una de las infracciones más comunes, a $3.905.
La UF se basa en el costo del medio litro de la nafta de mayor octanaje en el Automóvil Club Argentino (ACA); actualmente, dicho costo es de $78,10. Este sistema se implementó para que las multas se ajustaran automáticamente a la inflación, evitando que se convirtieran en montos irrisorios. Sin embargo, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había postergado los ajustes programados en 2019 y 2020 debido a la crisis económica y la pandemia de COVID-19.
Entre las infracciones que conllevan la nueva multa de $3.905 se encuentran no usar el cinturón de seguridad, hacer giros prohibidos o desobedecer las prioridades para los peatones. Las multas por exceso de velocidad son particularmente severas, alcanzando hasta $156.200 para quienes superan los 140 km/h.
Durante la pandemia, a pesar de la reducción del tráfico, se registraron infracciones notables, como el exceso de velocidad y el incumplimiento de semáforos en rojo, lo que generó hasta tres accidentes diarios según el Observatorio de Seguridad Vial de la Ciudad. Irónicamente, la disminución del número de vehículos no se tradujo directamente en un comportamiento más responsable por parte de los conductores.
Un aspecto relevante de este aumento es la inminente implementación de una nueva ley que regulará aún más el estacionamiento en diversas áreas de la ciudad, además de la activación de un sistema de estacionamiento medido que aún se encuentra suspendido.
Análisis y Nuevas Perspectivas:
Este aumento en las multas de tránsito plantea interrogantes sobre la eficacia de las sanciones en la modificación del comportamiento de los conductores. Especialmente en tiempos de crisis económica, es importante considerar un enfoque equilibrado que no sólo se centre en la penalización, sino también en la educación y concientización vial. Iniciativas como programas de concientización sobre la seguridad en las calles, que incluyan charlas y talleres, podrían ser beneficiosas.
Asimismo, la relación entre las infracciones y la violencia de tránsito puede ser otro campo de estudio. ¿Infringir las normas de tránsito en un entorno de menor circulación podría ser un indicativo de un desinterés por las normas publicadas o una desconfianza hacia las autoridades en tiempos de crisis?
Contexto Adicional:
La climatología social actual muestra un creciente reto en la educación vial al compaginar un incremento de multas y, a su vez, una posible reacción negativa del público hacia estas sanciones. De cara al futuro, se podría investigar el impacto de estas normativas en el comportamiento general de los conductores y su percepción sobre la seguridad vial.
En conclusión, si bien el ajuste en las multas busca un mejor control del tránsito, su efectividad dependerá de su acompañamiento con estrategias que fomenten una cultura vehicular responsable más allá de la sanción económica.