A partir de agosto, un nuevo sistema denominado "scoring" comenzó a implementarse a nivel nacional en Argentina, afectando la gestión del parque automotor. Esta normativa, parte de la Ley de Tránsito del Decreto 242/2022, establece que todos los conductores empiezan con un total de 20 puntos en su Licencia Nacional de Conducir. Dependiendo de la gravedad de las infracciones, los puntos se restarán. Si un conductor se queda sin puntos, su licencia será suspendida por un período que aumenta con cada infracción adicional: 60 días en el primer caso, 120 en el segundo y así sucesivamente.
Una manera de recuperar puntos será mediante la asistencia a cursos de seguridad vial, que podrán realizarse cada dos años. Esta normativa es uniforme a nivel nacional, aunque cada jurisdicción puede optar por tener su propio sistema, como ocurre en la Ciudad de Buenos Aires, que dispone del Sistema de Evaluación Permanente de Conductores (SEPC), implementado desde 2009. De hecho, la provincia de Buenos Aires no se ha sumado a este nuevo sistema, argumentando que se encuentra trabajando en una norma que se ajuste a sus propias dinámicas.
El sistema de scoring también hace hincapié en las multas, que están determinadas por cada distrito. Sin embargo, el valor de las infracciones está establecido en Unidades Fijas (U.F.), de las cuales cada provincia se encarga de determinar su valor.
Nuevas Perspectivas y Contexto
Este enfoque nacional en la educación y penalización de conductores podría reflejar un cambio en la mentalidad hacia la seguridad vial en Argentina. Se espera que, al establecer un sistema donde los conductores puedan perder puntos y con ello asumir responsabilidades por sus infracciones, se logre una reducción en los comportamientos de conducción temeraria.
La adaptación del scoring por las jurisdicciones puede abrir un debate sobre la eficacia y la equidad del sistema. Algunas provincias podrían ver este movimiento como una oportunidad para personalizar su enfoque a la seguridad vial, adaptándose mejor a sus realidades locales, mientras que otras podrían continuar en un camino más tradicional.
Por otro lado, el requisito de cursos de seguridad vial no solo ofrece una vía para la recuperación de puntos, sino que también fomenta una cultura de entrenamiento continuo entre los conductores, haciéndolos más conscientes de las normativas de tránsito y la importancia de la seguridad en las vías.
Preguntas Abiertas y Direcciones para Futuras Investigaciones
Con la implementación del sistema de scoring, surgen varias preguntas que podrían ser objeto de futuras investigaciones:
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¿Se logrará una disminución en la tasa de accidentes de tránsito en el país? Un análisis comparativo entre las tasas de accidentes antes y después de la implementación del scoring podría ser revelador.
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¿Cuál será el impacto a largo plazo de la educación vial en la conducta de los conductores? Será interesante observar si la capacitación continua resulta en una mejora real en las prácticas de conducción.
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¿En qué medida cumplirá cada provincia con la unión al sistema nacional o desarrollará sus propios sistemas?
- ¿Cómo afectará la diversidad en la regulación de las infracciones a la percepción pública de la justicia en el tráfico?
Por último, contextualizando la historia reciente de la legislación sobre tránsito en Argentina, es crucial considerar que el país ha enfrentado problemas importantes con la seguridad vial. Un sistema de scoring que promueve la educación y responsabilidad podría ser una respuesta a los desafíos históricos enfrentados en esta área, pero su éxito dependerá de la correcta implementación y aceptación por parte de los conductores. Con el paso del tiempo, la efectividad del scoring se convertirá en un caso de estudio para otros países en búsqueda de mejorar su seguridad vial.