Desde hoy, la Ciudad de Buenos Aires implementa un nuevo sistema de control de tráfico mediante cámaras de fotomultas que ahora también capturan acciones de los conductores dentro de sus vehículos. Este avance tecnológico busca abordar conductas peligrosas que afectan la seguridad vial, permitiendo que infracciones que antes solo podían ser sancionadas por agentes de tránsito sean ahora documentadas automáticamente.

En la ciudad existen 215 cámaras, de las cuales 100 están equipadas para registrar comportamientos como el uso del teléfono móvil al conducir y la falta de cinturón de seguridad, además de giros indebidos. Hasta este momento, estas infracciones eran detectadas únicamente por personal de tránsito. Con la inclusión de estas nuevas capacidades, se espera aumentar la efectividad en la supervisión de la seguridad vial.

Las autoridades de transporte han señalado que las imágenes producidas servirán como pruebas definitivas de las infracciones. No obstante, surgen inquietudes sobre los límites de este monitoreo: por ejemplo, ¿qué sucede si un conductor utiliza su celular mientras está detenido en un semáforo? Las regulaciones prohíben tomar el dispositivo con las manos, pero se permite el uso de sistemas de manos libres, siempre que el celular esté fijado a un soporte.

Además, se plantean cuestiones sobre la presencia de pasajeros en el vehículo. Si una cámara capta a un acompañante sin cinturón de seguridad, recogerá la imagen pero no se considerará como infracción, priorizando así la privacidad. En cambio, si el conductor no lleva puesto el cinturón, será multado y la imagen se ajustará para resguardar la identidad del pasajero.

Este despliegue de tecnología se enmarca en un contexto donde las estadísticas de la Secretaría de Transporte indican un alarmante incremento en el uso del celular al conducir, que ha llegado a triplicarse en los últimos años. Los datos revelan que el desvío de atención por mirar el teléfono, incluso por solo tres segundos a 40 km/h, puede resultar muy peligroso, ya que el vehículo se mueve 33 metros sin la debida atención.

Las cámaras están estratégicamente ubicadas en puntos donde las infracciones son más probables, como intersecciones de alto tráfico y autopistas principales. La señalización de las cámaras previene a los conductores, que también pueden identificar su ubicación a través de aplicaciones de navegación.

Implicaciones y contexto adicional

La introducción de estas cámaras no solo apunta a disuadir comportamientos de conducción irresponsables, sino que también genera un debate más amplio sobre la privacidad y el derecho a la intimidad dentro del vehículo. A medida que la tecnología avanza, la frontera entre la vigilancia necesaria para la seguridad y la invasión de la vida privada se vuelve más difusa. ¿Hasta qué punto debe el Estado intervenir en un espacio que tradicionalmente ha sido considerado íntimo?

Esto plantea interrogantes sobre la protección de datos: ¿Qué protocolos se establecen para manejar y almacenar las imágenes capturadas? ¿Hay regulaciones suficientes que aseguren que estos registros no se utilicen de forma indebida?

Por otro lado, el aumento en el uso de estas cámaras puede incentivar nuevas investigaciones sobre la efectividad de estas medidas en la reducción de accidentes y muertes en las carreteras. La relación entre la implementación de tecnología de seguridad y el cambio en comportamientos de conducción debería ser objeto de análisis continuo.

Asimismo, los gobiernos de otras ciudades podrían observar el impacto de estos sistemas como un posible modelo para sus propias políticas de seguridad vial. Se abre además un espacio de discusión sobre cómo se educa a los conductores acerca de las nuevas regulaciones y el uso de la tecnología en la vida cotidiana, así como de la responsabilidad personal al volante.