La capital argentina está experimentando un resurgimiento de actividades, aunque aún no se ha alcanzado el nivel de circulación previo a la pandemia. Como respuesta a este regreso gradual a la normalidad, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha decidido reintegrar los controles de alcoholemia en las vías públicas, lo que se traduce en una medida de seguridad vial fundamental. Dicha acción surge ante el notable descenso de siniestros viales, aunque las estadísticas indican que una proporción preocupante, alrededor del 21%, de los accidentes fatales involucra el consumo de alcohol.
Entre los primeros meses del año, se realizaron más de 90,000 controles de alcoholemia y se detectaron 1,106 positivos, lo que corresponde a un 1,2%. Este panorama ha motivado a las autoridades a establecer protocolos de control más estrictos a medida que la circulación va en aumento. Felipe Miguel, Jefe de Gabinete, destacó que "fomentar un entorno seguro es fundamental para que todos puedan desplazarse sin temor a imprudencias que pongan en riesgo sus vidas".
El retorno a estos controles se llevará a cabo en dos fases. En la primera, se utilizarán pruebas de alómetro, y aquellos que resulten positivos pasarán a una segunda etapa con el alcoholímetro, que ofrecerá resultados más precisos sobre su nivel de intoxicación. Para garantizar la seguridad de los agentes y de los conductores, se implementarán medidas como el uso de barbijos y guantes, así como el mantenimiento de una adecuada distancia social durante los procedimientos.
El tope legal permitido de alcohol en sangre establece límites distintos según el tipo de conductor, siendo 0.5 gr/l para vehículos particulares y 0.0 gr/l para conductores profesionales. En caso de dar positivo, se aplicarán sanciones que varían desde multas hasta la retención de la licencia, reducida a tres días en esta nueva normativa, un cambio significativo respecto a las cuatro semanas de antes.
El costo de las infracciones por conducir bajo la influencia del alcohol abarca un rango que va desde los $3,210 hasta los $21,400 dependiendo de la gravedad, y se resalta que estas tarifas no han sufrido aumentos desde febrero de 2019. Esto presenta un contexto interesante, ya que podría ser un momento propicio para debatir si estas sanciones son suficientes para desincentivar las imprudencias al volante.
Nuevas Perspectivas y Contextos
En este retorno a la normalidad, es pertinente explorar cómo las medidas de control de alcoholemia se adaptan a las dinámicas sociales actuales. Por ejemplo, la posibilidad de que haya un incremento en el uso de transporte público o servicios de ride-sharing podría influir en la disminución de accidentes relacionados con el alcohol. Además, es crucial considerar cómo estas acciones reflejan un cambio en la cultura de seguridad vial en Buenos Aires y si las campañas de sensibilización sobre consumo responsable han tenido algún impacto en la conductividad.
Investigaciones Adicionales y Preguntas Abiertas
Sería valioso investigar cómo se ha visto afectada la percepción pública sobre el consumo de alcohol y la conducción en el contexto post-pandémico. ¿Ha mejorado la cooperación de los ciudadanos con las autoridades? Además, el análisis de estadísticas de accidentes viales previos y posteriores a la implementación de estos controles podría ofrecer información significativa sobre la efectividad de las políticas de seguridad vial.
El futuro de estas medidas no solo depende de su correcta ejecución, sino también de un compromiso colectivo por parte de la sociedad para adoptar un comportamiento responsable y fortalecer la convicción de que la seguridad en las calles es una responsabilidad compartida.