Radares y Seguridad Vial en Rutas Argentinas: Un Critico Verano en Puerta
Con la llegada de la temporada estival 2024/25, se ha intensificado el interés por las rutas argentinas, especialmente aquellas que conducen a la Costa Atlántica. Más de 70 radares han sido colocados estratégicamente en rutas clave como la 2, 11, 63 y 74, con límites de velocidad que oscilan entre 60 y 120 km/h. Este despliegue responde a un creciente flujo de turistas que, en gran parte por el acceso a un dólar más asequible, se dirigen a destinos como Brasil, Chile y Uruguay, además de las playas locales.
Durante los meses de diciembre a febrero, el tráfico en estas vías aumenta considerablemente, lo que requiere que los conductores además de revisar el estado de sus vehículos, se familiaricen con las características del recorrido, particularmente en relación con ciertas áreas de riesgo, conocidas como “puntos negros”. Estas son tramos donde se han registrado altos índices de accidentes y que, por lo tanto, demandan una atención especial por parte de los automovilistas.
Facundo Jaime, portavoz del Observatorio de Cecaitra, resalta que los radares no solo son herramientas de control, sino que su función principal es contribuir a la seguridad vial, advirtiendo a los automovilistas sobre la necesidad de reducir la velocidad en zonas críticas. “La prevención es clave en este contexto”, subraya Jaime, a medida que diversos radares han sido trasladados en respuesta a estudios recientes sobre siniestralidad.
Las sanciones por exceder la velocidad han aumentado, reflejando un esfuerzo por disuadir comportamientos de riesgo. Según las nuevas normativas, las multas pueden llegar hasta $1.336.000. Esta actualización se produce en un entorno donde la seguridad vial es objeto de atención mayor debido a posibles irregularidades en el sistema de multas, algo que actualmente está bajo investigación judicial.
Además de los radares, se implementarán operativos que incluyen controles de alcoholemia. La legislación en la provincia de Buenos Aires establece un límite de alcohol cero, y cualquier infracción puede resultar en sanciones severas. Este enfoque integral no solo se centra en el control de velocidad, sino también en la exigencia de buenos hábitos al volante.
Desde una perspectiva más amplia, es notable que a pesar del aumento en el uso de radares, la mortalidad por accidentes ha disminuido. Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud indican que en 2023, las muertes por siniestros viales alcanzaron 35 por cada 100,000 vehículos, un 44% menos que en 2013. Esto sugiere que las iniciativas de vigilancia y concienciación pueden estar dando sus frutos, aunque aún queda mucho por mejorar.
Aportando una visión más personal, Teresa Mellano, activista por la seguridad vial y creadora de la Campaña de Estrellas Amarillas, enfatiza la importancia de recordar a las víctimas de siniestros viales. Su mensaje es claro: “Necesitamos que no haya tantas muertes en el tránsito; debemos ser más empáticos y comprometernos con la educación vial”. Su lucha destaca la necesidad de una respuesta social y judicial ante la creciente problemática de accidentes.
Sin embargo, el uso de celulares al volante se ha convertido en un nuevo desafío en la seguridad vial. Desde Cecaitra se advierte sobre las distracciones multifacéticas que esto implica, apoyando la idea de planificar los viajes de antemano y reducir el uso del dispositivo móvil durante la conducción para preservar la seguridad en las carreteras.
Conclusiones y Futuras Investigaciones:
El panorama de la seguridad vial en Argentina está en evolución, y aunque se han realizado avances significativos, persisten áreas de preocupación que requieren atención continua. Investigar cómo las políticas de control pueden mejorarse y adaptarse a las realidades cambiantes del tráfico será vital. También sería interesante explorar cómo las iniciativas de educación vial pueden integrarse mejor en el currículo escolar y en campañas comunitarias, buscando construir una cultura de prevención más robusta.
En definitiva, la seguridad vial es un esfuerzo compartido que implica no solo a las autoridades, sino a toda la sociedad, y el compromiso de todos es esencial para seguir reduciendo las tasas de mortalidad y accidentes en las carreteras argentinas.